.

martes, 20 de febrero de 2007

El Mundo Feb 07



Miércoles, 15 de febrero de 2007. Año XIX. Número: 6.273.


MADRID


Pasarela Cibeles

El lado invisible

Preparativos. Para un desfile hacen falta modelos... y también iluminadores, maquilladores... Ellos trabajan para que todo salga perfecto


Las caras visibles de Cibeles son las de los diseñadores y las modelos. Pero, además de estos protagonistas, que cosechan la gloria y los aplausos, en estos días hay en Cibeles muchas personas a las que no se ve, aunque están ahí. Sus trabajos no son quizá tan lucidos de cara a quienes observan, pero resultan imprescindibles para el desarrollo cotidiano de la pasarela.
Ramón Castells se encarga de algo tan etéreo como la luz. Junto a Jesús Ortiz, es el encargado de diseño y coordinación de iluminación de la pasarela. Con unas cuantas herramientas -el ejército de focos suspendidos de las vigas de metal que cruzan el techo y un guión en el que anota con detalle qué golpes de efecto desea hacer el creador-, Ramón ajusta la luz para que se muestren en su apogeo colores y volúmenes.

Su lado artístico tiene también la música, que reviste el debut de las colecciones y aletea sobre la moqueta morada entre desfile y desfile. De controlarla y proyectarla sobre la pasarela se encarga David Dalmau.

Este dj la domestica para adecuarla a los gustos y necesidades del diseñador: si éste tiene una idea previa a la que quiere dar cuerpo, la materializa, y si le entregan las melodías, se ocupa de tareas como ajustar una canción a una duración determinada, comprobar la calidad de la grabación...

Después, hecho todo esto, ha de coordinar sus actos con las evoluciones de las modelos. Por una ventana interior ve cuándo la modelo pone rumbo a la pasarela. Desde ese punto, aclara, «sé que tarda dos segundos en salir y que ése es el tiempo que tengo para cambiar una canción». Le satisface la parte que este trabajo tiene de creación -«un poco de escenografía, un poco de coreografía y música adaptada»-, pero declara que está ahí, como sus compañeros, para que las colecciones «se sirvan en bandeja de plata».